Con el aumento de la cobertura de vacunación y la inmunidad generada a partir de infecciones naturales, se considera que la mayoría de la población está protegida contra la COVID-19 grave. Por eso, en esta fase de la pandemia, se quiere favorecer la normalización de la asistencia sanitaria. Para minimizar los riesgos se pondrá especial mención en el seguimiento de los ámbitos y grupos de personas vulnerables.
Los síntomas de la COVID-19 son de inicio repentino. Los más comunes son los siguientes: fiebre, tos, sensación de falta de aire o dificultad para respirar, dolor de garganta, pérdida del olfato o del gusto, dolores musculares, diarrea, dolor de cabeza, cansancio.
La mayoría de las personas con resultado positivo de COVID-19 presentan síntomas leves y NO requieren atención sanitaria.
No hay que hacer aislamiento ni cuarentena. En los 10 días posteriores al inicio de los síntomas extreme las precauciones para evitar transmitir la infección: use siempre la mascarilla, lávese a menudo las manos, evite el contacto con personas vulnerables y no asista a acontecimientos multitudinarios.
Se aconseja la realización de una prueba diagnóstica y un seguimiento clínico a las personas consideradas vulnerables porque tienen más riesgo de gravedad o de mala evolución de la enfermedad.
Se consideran personas vulnerables ante la COVID-19:
¿Dónde se puede hacer una prueba diagnóstica?
Si el resultado de la prueba es negativo se considera que los síntomas no se deben a la COVID-19.
Si el resultado es positivo: